EL SILENCIO DE NUESTRAS ALMAS MUERTAS.

 

Noche de recuerdos sublimes,

dulces emociones, falsas ilusiones, que con el recuerdo... se van.

 

Ubicando cualquier pensamiento a la cordura

y en el descenso de la razón se llega a la locura.

 

No comprendo al mundo.  Tus besos dulces olvidos,

entiendo en la firmeza de lo posible la mezcla

de tus besos y mis deseos perdidos,

la suave ternura de tus manos, mi piel sensible.

 

Huyo de los recuerdos y en el dolor rebusco

la mirada tuya, que arrastra conjuro, embrujo y magia,

la ilusión robada se vuelve polvo,

gris polvo que en mis ojos se refleja.

 

¡No! no soporto tu mirada sobre la mía atada

que me hace perder la necesidad de olvidarte,

es por eso que hoy renuncio a tu mirada cautiva

 que involucra mis ojos para así más amarte.

 

¡Vete! pierde la sensación de mi poesía, mi amor al contemplarte,

olvídame y olvida

que el amor es ciencia que todo estudia

y nada se comprende, que son ecos del corazón,

filosofía interna, razón de memoria

y actitudes de demencia.

Nunca vuelvas, deja tu alma conmigo,

porque lo que callan nuestros labios se vuelve olvido,

porque si volvieras, mis labios volverán a decirte:

“que el amor es ciencia y que el amor existe”.

 

Nadie como yo con aires de poeta, alegría intensa,

con rasgos de sentimiento y carácter de nobleza.

 

Nadie como yo con autoengaño, el alma muerta,

dolor certero,

llantos y gemidos,

cerrada la puerta,

disfraz de loco,

agonía intensa,

antifaz de sátiro,

canto de dolor,

secretos que con el tiempo se confiesan.

 

Si así matas mi alma, el destino verdugo se vuelve

con nuestras vidas, la pasión se despierta,

que con la mirada, locura con llanto se disuelve,

así que nadie como yo con autoengaño y el alma muerta.

 

Franco suspiro, del aire que respiras,

tú vuelves mi amor en aliento, suave y fresco,

mezclado al compás de la vida derramada

en la nostalgia, noche a noche, día a día.

 

 

 La sonrisa mía, con el sello de tu voz se refrena,

no sé amarte ni de cual manera,

incauto sigo en la clara luz serena, tú voz,

tú murmullo,

tú olor,

tú dulce alma muerta.

 

El prodigio de nuestro amor se llena

cuando el querer de tus ojos se clavan, a la mirada mía

tan quieta.

 

Pues nadie como tú, que camina con ventajas,

dentro de tu corazón, la mente, el alma que llevas,

asimismo nadie como yo, con aires de poeta,

loco,

tonto,

en autoengaño.

 

Nadie como nosotros guardando en secreto

el silencio de nuestras almas enamoradas y muertas.

 

 

SEUDÓNIMO:  LADRÓN DE ALMAS.